Ella y yo
Ella es orgullosa, no puede sentirse insultada; en parte esto hace que necesite tener siempre un buen concepto de si misma y de sus actos. Yo soy rencorosa: guardo dentro de mi espacio de sobra para guardar todas las anécdotas que me han dolido, las frases que no me han gustado y en, general, todas las cosas que yo convierto en miseras. Ella a veces es fria, a veces es tremendamente distante, sobre todo si ha sido herida; ella necesita su espacio para pensar, no le gusta mezclar unas emociones con otras. Yo soy impaciente y frecuentemente me desespero, necesito ese caos que tanto encumbro y que es sólo un espacio imaginario en el que necesito creer para no sentirme invadida. Ella es paciente y ordenada, a veces siento que su orden lo amenaza todo. A veces soy egoista... Ella es tremendamente cabezota, siempre cree tener la razón y siempre es capaz de pelear hasta el final por defenderla. Yo, soy la mujer indecisa y a veces me convence; otras no lo consigue y durante unos segundos aborrezco que sea más terca que una mula. Yo soy hiriente y a veces me aborrece por ser tan animal y tan malvada y por no tener ningun tipo de pudor a la hora de hacer/hacerme daño. Ella piensa que sólo me doy cuenta de sus errores y como puede observar se equivoca. Sé todo lo que he hecho mal durante este tiempo, se que la cago frecuentemente, sé que ella está a la que salta, que no me va a pasar ni una y que tiene la uñas fuera y lo entiendo porque a nadie le gusta que le den palos. Ni siquiera se lo que va a aguantar antes de sacarme un ojo y salir corriendo.
Somos dos gatas que andamos juntas por la vida unas veces a rastras, otras a trancas y barrancas, otras con paso firme y otras veces simplemente volamos.
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